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Hilos de Fique

Las ánimas alegres. Por: Nicolás Castro. (Bogotá-Distrito capital)

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  Las ánimas alegres    Caminando buscan entre los senderos y los caminos se mueven y sus corazones jóvenes persiguen no uno sino mil destinos sin fijarse en su fortuna; Solo quieren la luz. Sin ganas de aburrirse, aunque la modorra los ha vestido con sus ropas tristes de un gris lluvioso, bailan y cantan al son del repiqueteo de las gotas ¡hacen de la lluvia una canción  hacen un concierto de la tormenta! Llevan el sol en el pelo trenzado y van iluminando el camino conforme cantan bailan y juegan; sólo quieren la luz, nunca se detienen a la sombra pues tienen en la mirada a las estrellas y sólo a ellas desean aproximarse pronto.  

Aparición. Por: Nicolás Castro. (Bogotá-D. C.)

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Abstraída en la aparición de los caracteres, en la sucesión, uno a uno, de los símbolos que sus manos digitan prestas y delicadas, no concibe la distracción y por eso no la permite. Destellos de luz, uno por uno, hora tras hora, sin que pueda detenerse, pues sólo desea trabajar, para no atrasarse, para ganarse el sustento, para no ser una mala empleada, otra más entre tantas. Su estómago se revuelve; toma, sin despegar los ojos del cuadro lumínico, tres galletas de su bolso que cuelga del espaldar de su asiento. Una por una en su boca las galletas. Mastica y traga, no las quiere saborear. Quiere aplacar el movimiento y el ardor para poder continuar. La puerta de la oficina se abre y ella no mira. Puede ser cualquiera. Puede venir por cualquier cosa. No importa. Sea una orden, sea un saludo, sea una mirada furtiva, sólo contestará a lo que deba contestar, lo importante es no parar. Pero entonces la puerta del baño también se abre. Ella se distrae por un segundo, pero no levanta la mir