El coronavirus y su paradojal tanatoerótica - Segunda parte. Por: Uriel Leal Zabala (San Francisco - Cundinamarca)

 

                                                                        Una esperanza que guardaré mientras respire…

…Me sentí como un atento observador anegado de raras emociones, asistiendo a la titánica lucha de la vida y de la muerte vegetal, tan natural, tan ordenada, parecida y diferente a la lucha que libran los hombres por su sobrevivencia a lo largo de su aterradora historia, escrita con sangre, guerras de exterminio e invasiones de saqueo, donde la mayoría de los débiles(como las maticas medicinales de mi huerto) mueren mientras otros renacen como una fuerza motivacional esperanzadora de la indeclinable vida que tenemos.

Este riguroso, dantesco y esperanzador clima social y natural que sufrimos, nos conmina a resignificar y re conceptualizar todos nuestros presupuestos y cuerpo de creencias que invisiblemente y sin cuestionamientos nos gobiernan y aceptamos impunemente.

Lo beneficioso de esta pandemia creada por la Tierra y refinada en su letalidad por la tecnocracia de los hombres amantes del biopoder, ha hecho que nuestra manera de pensarnos y recrearnos cambie para siempre nuestras vidas anodinas y ninguneadas.

En esas nuevas reflexiones y genuflexiones personales lo primero que sentimos fue que esas vidas nómadas que llevábamos, buscando la comida fuera de casa, enajenados de nosotros mismos, regalados al sistema explotador y expoliador, cambiara de la noche a la mañana por unas actividades y rutinas pensadas, consensuadas día a día, recapituladas cada noche y compartida con esa familia invisibilizada que teníamos otrora; y otra meditación más dolorosa por lo abarcativa, es que los Colombianos hijos de esta guerra fratricida por más de 60 años, teníamos la esperanza ilusa de que la seguridad social y humana, pregonada por estos gobiernos neoliberales en los acuerdos de paz, cubrirían nuestra seguridad personal en nuestra vida cotidiana y por fin veríamos estrechamente unidas y ligadas la seguridad pública con la seguridad de las personas en su acontecer diario, en el respeto a su derecho a una vida digna y equitativa; todo esa farsa gubernamental se puso al descubierto al no poder controlar y derrotar un virus que se podía conjurar con medidas preventivas y promocionales de salud social y autocuidado; la salud  de los seres humanos es un negocio y estas pandemias aumentan más las ganancias de las oportunistas multinacionales traficantes del dolor y la enfermedad de los seres vivos.

Este cataclismo mundial sirvió para reconocer por fin que el supuesto bienestar social y gobernabilidad nunca descansó en el farsante trípode de la estabilidad democrática, las políticas sociales y el desarrollo humano sostenible.

Esta crisis anunciada por los sentí-pensantes hacedores humanistas, también sirvió para poner en evidencia la total perversidad del modelo neoliberal mundial basado en el supuesto del progreso, el desarrollo personal, familiar y social, de paz, libertad y democracia a los ciudadanos planetarios; sucedió todo lo contrario, pues en nuestro país, como en los otros pueblos dominados por este paradigma economicista, el poder civil siguió minándose con las matanzas y falsos positivos diarios de sus líderes comunitarios y civiles, la exponencial hegemonía de la narcopolítica gubernamental, el enriquecimiento obsceno de los bancos y sus multinacionales, la agudización de la pobreza, la total desprotección del consumidor, la destrucción permanente del ecosistema y patrimonio cultural, el recrudecimiento de la violencia territorial en el campo, la proliferación de la corrupción en todos los espacios e intercambios humanos, la impunidad de la justicia, el terrorismo de estado, la narcoactividad, el tráfico de armas y los amangualamientos de los grupos de derecha para hacer la guerra y asaltar a los pueblos hermanos.

Por fin estamos asistiendo a los estertores definitivos de un mundo civilizatorio en decadencia producto de sus propias pandemias políticas, económicas, financieras, genéticas, ecosistémicas y su tanatoerotico clímax se aproxima aceleradamente.

Esta transición del invierno neoliberal a la primavera de un hombre nuevo consciente de su mismidad y empoderado de su destino se está dando de manera exponencial y ya los pueblos se levantan contra sus gobiernos opresores y los derrotan con sabiduría y cooperación jamás vista; asistimos al renacer de una gran aurora donde retoñará un nuevo ser Milenium convivencial y amoroso, respetuoso de la madre tierra.

Podrán tildarme de romántico, de mítico y soñador; pero los mitos existen en la conciencia colectiva e involucra tanto a la interpretación imaginaria de este histórico momento que vivimos como la posibilidad de un acto creativo que enrumba el curso de los acontecimientos venideros.

Comentarios

  1. excelente escrito muy pedagógico y de pensamiento reflexivo frente a tanta mentira de los falsimedias

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