Otra reforma tributaria. Por: Iván Barbosa. (La Vega-Cundinamarca).

El nuevo presidente llegó con una reforma tributaria bajo el brazo y por primera vez en la historia de nuestra nación los impuestos serán para los más ricos. A la gente del común esta vez se le dejó quieto el bolsillo y el estallido social se apaciguó por una vez. Si hoy usted recibe como salario un monto de diez millones de pesos o menos, no tiene nada de qué preocuparse, esta reforma no lo tocará. Es igual si su patrimonio es menor de tres mil millones de pesos, no tendrá cobros adicionales, no deberá pagar más. Ahora, si usted se gana más de eso o tiene un patrimonio mayor al nombrado, pues no creo que vaya a pasar hambre, o se vaya a volver pobre, si paga los nuevos impuestos que propuso el gobierno.

Lo mismo pasa con las empresas, el gobierno buscará los recursos en las arcas de los grandes emporios que son, en general, los dueños de todo. Las empresas que generan grandes riquezas estarán obligadas a compartir un poco de sus ganancias para el desarrollo del país y la eliminación de la pobreza. Deberán pagar impuestos las petroleras, las minas de carbón y demás empresas que explotan los recursos del país, las cuales facturan en dólares. La ventaja es que estos impuestos solo se deberán pagar cuando el precio internacional del crudo o del dólar genere dividendos extraordinarios. Y lo más importante, no se podrán deducir los impuestos de renta de las regalías que estas empresas deben pagar a las regiones donde extraen las riquezas, es decir, ya no podrán evadir unos impuestos con otros.

Otro cambio importante son los impuestos a las empresas que obtienen sus ganancias por vender comestibles de mala calidad o que generen perjuicio a la salud de los colombianos. La medida busca generar un cambio en la alimentación castigando a los productos que sean altos en azúcares, sodio, sal, grasas saturadas, trans, entre otros, las cuales son nocivas para la salud y causantes de enfermedades como diabetes, cáncer, obesidad, hipertensión, colesterol alto y un sinfín de dolencias derivadas de su consumo constante. Estas enfermedades producto de una mala alimentación terminan siendo un problema de salud pública y una carga económica para el país. Estas empresas se verán obligadas a mejorar sus productos y ofrecer alimentos de mejor calidad si quieren competir con frutas, granos, tubérculos y verduras que son naturales, saludables y los producen nuestros campesinos.

La reforme es larga y compleja, no puedo aquí tratar cada punto, ni cada impuesto. Es importante resaltar que los impuestos creados serán progresivos de dos maneras. Por un lado, estos irán aumentando gradualmente conforme los salarios, el patrimonio o las ganancia; entre más gane una persona o empresa más deberá aportar al país; también serán progresivos porque en algunos casos las empresas no entrarán a pagar las tablas impositiva de una vez sino que se irán aumentando a lo largo de estos cuatro años. No es cierto que al cobrarle impuestos a los ricos desacelera la economía. La economía se desacelera cuando a la mayoría de la gente no le alcanza para sus gastos básicos y mucho menos para comprar bienes adicionales. Si nadie tiene con que comprar, las empresas no tienen a quien venderle.

Colombia cambió de rumbo con el nuevo gobierno y el cambio se siente, y aunque el profesor Tobón calificó los primeros 100 días del gobierno de Gustavo Petro y el Pacto Histórico con un 3,2, el gobierno del cambio va pasando la materia. Sin duda, la nota es baja. Pero, para ser justos, el gobierno saliente se rajó vergonzosamente y en todas las materias y ni qué decir de gobiernos anteriores. El país ha mejorado, es cierto, y la popularidad del presidente ronda los 60 puntos, a pesar de los esfuerzos de los medios de desinformación. Sin embargo, debemos estar atentos a que todo el dinero recogido por el Estado no vaya a parar en manos de los mismos corruptos de siempre -que ofrecen supuestas ayudas o cualquier limosna por votos- sino en la eliminación de la pobreza, de la ignorancia y de la desigualdad.

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