Turismo depredador. Por: Manuel Osorio. (San Francisco-Cundinamarca)

 Estamos a puertas del 2023, el año de las elecciones regionales, y con él llegan las resabiadas promesas de campaña de los candidatos de turno repitiendo en cada uno de sus municipios el mismo disco rayado de cada cuatro años: mejorar la salud de sus habitantes, lograr educación superior para todos los jóvenes, volverse la despensa agrícola, lograr que los campesinos tengan mejor vida, proteger el medio ambiente, volverse la potencia turística, etc. El mismo libreto, público y actores, -porque la política regional poco o nada se renueva-.

Vivimos tan acostumbrados a las arengas políticas de cada cuatro años, que nos detenemos levemente para analizar los planes de gobierno, el cómo, de dónde, el por qué, el para qué. Caemos en la animosidad de la simpatía y aversión partidista, familiar o de clase, sin crítica alguna, sin dar un debate, cayendo en el mismo ciclo de cada cuatro años. Rompamos el ciclo.

Empecemos por hablar de turismo.

Es cierto que el turismo es en la actualidad uno de los sectores económicos de más rápido crecimiento del mundo postpandemia de COVID-19. En 2021, según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), esta industria fue responsable de la creación de más de 280 millones de empleos, entre directos e indirectos, y su aportación al PIB mundial superó los 5,8 billones de dólares. En Colombia, según cifras del DANE, el gasto del turismo representó 16,2 billones de pesos en este mismo año.

Sin lugar a duda estas cifras son el aspecto positivo de industria turística, el incentivo para hacer proselitismo clientelar en los municipios, pregonando, algo así como: “en mi administración nos volveremos la vitrina turística del departamento y el país”; un canto de sirena que no tendrá critica alguna y quien ose hacerlo será enemigo del pueblo, un paria envidioso que no desea que su municipio progrese y vea el cambio.

Pero hagamos un alto, quebremos la varita mágica del turismo y preguntémonos: ¿Qué tipo de turismo se desea y se necesita en el municipio? ¿Qué infraestructura se requiere para ser la dichosa vitrina turística? ¿Qué regulación de tipo urbanístico, comercial, ambiental y laboral se requiere? ¿qué implicaciones sociales, ecológicas y culturales traería el depender en gran medida del turismo?  Y es que el turismo sin planeación puede traer más problemas que beneficios para una comunidad, el turismo puede ser depredador y tiene una cara oculta de la que pocos hablan: altos precios, violación de las normas regulatorias ambientales y urbanísticas, malos pagos a los trabajadores, parahotelería, explotación infantil, prostitución, agotamiento de los recursos naturales y escasez de agua, la pérdida de biodiversidad , la degradación de la tierra; además de contribuir al cambio climático y la contaminación, solo por citar algunos impactos.

Es necesario hablar de dicha cara oculta y dejar la romantización del turismo como una fórmula mágica que todo solucionará y todo lo bello traerá. Se requiere aterrizar el turismo al territorio, ver los posibles escenarios de planeación en materia social, de infraestructura y ambiental para implementar un turismo sostenible, de lo contrario seguiremos en el mismo mito.

Por ejemplo, se han preguntado ¿Cuáles son los impactos ambientales de los tan afamados y cada vez más numerosos glamping? ¿Cómo hacen el manejo de sus desechos?  ¿Cuáles son las condiciones laborales de quienes trabajan allí? ¿Cuánto tributan al municipio? ¿Quién los regula? ¿Cumplen con las normas técnicas, sanitarias, ambientales y financieras que dispone MinComercio? ¿Qué impacto social y económico tienen en sus comunidades?

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El retorno de los ameritas. Por: Nicolás Castro. (Chía-Cundinamarca)

La muchacha. Por: Nicolás Castro. (Bogotá-Distrito capital)

Extraño. Por: Nicolás Castro. (Bogotá, Colombia)