Actitudes de Mier. Por: Eric Barbosa. (La Vega-Cundinamarca).
Gracias a Hilos de Fique he pensado mucho en La Vega y
en las personas que hacen de este municipio lo que efectivamente es. Trato de
comprender cómo llegamos a las condiciones actuales y de saber por qué somos de
la manera en que somos. Me parece que lograr ese conocimiento es un requisito
básico para superar los conflictos y las carencias históricas, pues si no
miramos los problemas de frente y los verbalizamos será casi imposible hallar
las salidas o por lo menos notar que los sufrimos. En fin.
Pensando en ello me acordé de la historia de la señora
Mier, aunque de lo que no me pude acordar fue de su nombre, creo que se llamaba
Teresa, pero no estoy seguro. Se trataba de una de esas grandes matronas que
vivió en el territorio durante el siglo XVII y que poseía grandes extensiones
de tierra. Su hacienda quedaba entre las veredas de San Antonio y Bulucaima, es
decir, colindante con los resguardos indígenas que por ese entonces dispuso la Corona
española para proteger a los indios de los abusos encomenderos.
Desde que recibió las tierras en propiedad, la señora
Mier inició una guerra frontal contra los indios. A veces mandaba a sus
capataces a correrles las cercas, a veces ordenaba quemarles los ranchos y,
cuando las vías de hecho no surtían los efectos deseados, iniciaba pleitos
legales y demandas ante las autoridades coloniales. Las perdió toditas. Al
parecer había claridad sobre los linderos en este caso y no se presentaba información
nueva. Sin embargo, los rechazos a sus solicitudes eran motivo para nuevas violencias,
quemas de ranchos y cultivos y demandas en contra de los nativos; todo un círculo
vicioso de una ambición inmarcesible.
En esas se las pasó la señora Mier durante casi un
siglo. Incluso prefirió heredar sus tierras a la Iglesia católica -por encima
de sus hijos- con la esperanza de que los curas continuaran con las
confrontaciones después de su muerte. No la decepcionaron.
Como dije, la señora Mier vivió hace más de 300 años
en lo que hoy es La Vega, pero su actitud todavía persiste en muchos viejos y
viejas de mier… (esta vez lo pongo en minúscula). Dicha actitud -construida
durante siglos- es característica entre quienes tienen una visión bastante
egocéntrica del mundo. Es normal en aquellos que piensan que todo su entorno
gira alrededor de sí y para sí. Básicamente, las personas como la señora Mier consideran
que el territorio y sus gentes deberían pertenecerles y acomodarse según sus
caprichos de poder. Creen que las leyes deben ajustarse a sus deseos. Amenazan
con demandar a todo el mundo y solo siguen las normas cuando les beneficia. Pero,
cuando ello no ocurre, no tienen problema -ni ven la contradicción- en romper las
leyes que antes invocaron y usan la violencia, todo tipo de amedrantamientos y
mañas para conseguir lo que quieren.
Por supuesto, para comprender el cómo y el porqué de
los cambios y permanencias de la personalidad de los vegunos (por qué somos
como somos), necesitamos más investigación histórica. Una historiografía que
sea capaz de explicarnos el hoy y que no solo se refiera a las añoranzas de un
ayer ido para siempre. Lo que hay es muy poco y de difícil acceso. De hecho, la
historia de la señora Mier la leí en el libro sobre la tenencia de la tierra en
La Vega-Cundinamarca (1600-1980) del historiador Henry González, pero solo
existe una copia que conserva la Universidad Nacional de Colombia y que prestan
al público con muchas restricciones; de allí que no haya podido refrescar mi
memoria para presentarles datos más precisos.
En todo caso, La Vega necesita más historia para que
nos podamos entender, para transformar nuestra conciencia e incluso nuestros
gustos por unos más empáticos. Ayer mismo hubo pelea de gallos en la gallera
del sector Chapinero y, al parecer, el mayor cambio cualitativo entre los
asistentes a ese evento barbárico es que ya no fueron en caballos y mulas -como
en otrora- sino en camionetas 4x4. Necesitamos superar la actitud de la señora
Mier y de todos aquellos que actúan como ella. Para eso es indispensable
comprender las condiciones que las mantienen vigente. De lo contrario, lamentablemente
seguiremos padeciendo a la gente de mier que nos cruzamos por ahí.
***
Esquirla: ¿Han notado que la mayoría de los proyectos de construcción de vivienda tienen nombres que evocan el cuidado y amor por el medio ambiente? Que “ecocondominios”, que “palos de agua”, que “bambú”, que “manantial”, que “la reserva” y demás. Vaya paradoja, usan la sensibilidad que han logrado generar los movimientos ambientalista para encontrar clientes en proyectos que, justamente, tienen un alto impacto en contra del ambiente.
Gracias maestro por este recorrido histórico que nos da una pincelada de nuestro monstruo interno y que heredamos de los españoles ambiciosos y obscenos hasta la saciedad. seguimos subsumidos en estas prácticas de despojo a todo nivel, los distractores son muy sofisticados e invisibles, como las redes, pero hace mucho daño a nuestra juventud que se aísla del mundo, en San Francisco las practicas de los detentadores de la riqueza son las mismas, Han acabado con casi toda la población campesina comprándoles las tierras por miserias y montan tremendos condominios y casaquintas. felicidades en este día y esperando mas escritos que sirvan como "hilos" para llegar al ovillo de nuestra historia e idiosincrasia.
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