Andreatroz. Por: José Uriel Leal Zabala. (San Francisco-Cundinamarca).
En un suspiro musical de eternidad secreta, saliste vestida de fulgor, danzando sideralmente desde el fondo del corazón de un narciso ruso que te parió milagrosamente diáfana, majestuosa, rebosante de fuerza primaveral, y delicada cual mariposa del cielo, sostenida y suspendida por las cuerdas del silencio y el susurro del aire, nutriendo nuestra mirada de una indescriptible gracia natural, reflejando en tu rostro de sensual y erótica flamenca una sobriedad de gestos sobrecogedores que resaltan tu sugestivo porte y tu actuación virtuosa.
Es en ese hipnótico desplazamiento ondulatorio, en ese hermoso movimiento, donde reside el encanto, la condensación lírica del color, la imagen y el tiempo que altera el equilibrio de la atmósfera presente de quien se deleita mirándote; y es cuando decimos, que misterioso es el talento y su mágico poder que puede re-crear y plasmar en instantáneo esplendor, una imagen de mística atracción y encantadora gracia, de fuerza auténtica, ungida de sentires y emociones, que cobra conciencia de sí misma, independizándose de su creador, forjando su propia personalidad, disciplina, concentración y precisión, logrando hacer de su cuerpo un lenguaje, un desplome de éxtasis, un instrumento y un portal para llegar a su utopía y ucrania soñada.
El pincel mágico del poeta-pintor hizo que su ilúcido sueño se trasformara en lengua y lenguaje, experimentándose extáticamente a sí mismo, danzando su propia danza en la otredad, hasta llegar límite de lo insondable, de lo inasible del movimiento.
Trasfundidos por la contrapandórica paleta, danzas encarnando nuestros más caros sueños de ser uno solo en libertad y felicidad ilimitada, creando una nueva ética y estética de nuestra efímera existencia, una nueva ley de unidualidad insólita que nos conduzca al despertar de nuestro dios interior que es solo música, luz y movimiento; y, es esa soberbia danza, la que logra poder condensar el espacio-tiempo, flexibilizarlo, alargarlo, haciendo que fluya en todas direcciones, que adquiera conciencia de su mágica divinidad y poder navegar en él hasta los confines del multi-universo que llevamos corazón adentro.
Ahora giras sedosa y rítmica, con aire de soledad liberta, en cuerpo de mística medusa danzarina, aspirando el encanto de la música celestial, propagando un aroma primaveral nutricio para este agonizante mundo, exhalando un exquisito perfume de felicidad para los desencantados de la vida, desplegando un hipnótico movimiento curvilíneo de tu cintura cósmica para los petrificados de dolor, una suave y controlada energía erótica de tu torso fémino para los ausentados de placeres, un dinamismo y verticalidad preciosa de tu grácil cuerpo para los derrotados y raquíticos de nacimiento, un vuelo ontocósmico de tus brazos de Pegaso para los que se les han roto las alas, todo ello ejecutado con elegancia y preciosismo, con excelsitud aristocrática, con una inocente dación de amor abarcativo que lo inunda todo y hace volátil, sutil y vaporosa la densidad de nuestros carceleros cuerpos.
Urytauro.
Artículo de Uriel y Leal en un humilde homenaje al pintor y poeta ruso ANDREW ATROSHENKO, al pintar a las bailarinas Flamencas.
Comentarios
Publicar un comentario