Algo me escuece. Por: José Uriel Leal Zapata. (San Francisco-Cundinamarca).

Pienso que la lluvia torrencial en un atardecer de domingo en San Francisco, con una neblina ligera por compañía, un cielo plúmbeo de fondo y leyendo a “Cioran” en sus lágrimas y santos, me hace sentir misérrimo, cabizbajo y es cuando surge en mi interior una rabiecita al intentar hacer sentir a la razón y a razonar el sentir, sobre la infamia humana y lo que ha hecho de este maravilloso planeta; es cuando emerge desde el fondo de mi corazón, un gran cariño por las cosas quietas, por las cosas que casi no se mueven como las piedras y como los árboles que están fijos a sus raíces o como las montañas que nos sufren impasibles y soportan todos los estragos que hacemos en su vientre, envenenando las fuentes de la vida, aniquilando perversamente todas las especies incluyendo la nuestra; que locura tan rabiosa la del hombre “civilizado” que todo lo corrompe, todo lo pervierte; creo que no hay “patografía” que describa fielmente lo dañinos que somos…

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