Amauta de la soledad. Por: José Uriel Leal Zabala. (San Francisco-Cundinamarca).

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¿Pienso? Que estar solo me divierte  y deleita al saber que yo  soy otro y que ese otro es el doble de otro doble y que me convierto en el eco del que supuestamente soy sin serlo; ahora yo soy tú que habla a través de mí y yo soy el que se convierte en nosotros y también en ellos al igual que la vida loca que padecemos los que nos reinventamos para ser otros (nos retro mociona a Platón y su caverna); en otros momentos estar solo con mí no ser me desquicia y exaspera hasta el delirio, quizás porque presiento una azarosa sensación de fracaso inundando mi testaruda cabeza de yaporogo…

Pienso que nuestra desgracia como humanos es que poseemos una portentosa dotación genética que haría posible muchas cosas maravillosas en nuestro devenir consciente, pero la vida solo se despliega en los limitantes marcos de la organización social; y nos correspondió no una, sino la más retardataria de todas las sociedades actuales…Estamos ausentados de empoderamiento o endiosamiento y por eso buscamos a un Dios que no ex siste sino que está dormido en nuestro interior; es decir, un  Dios que “siste”.

Pienso o alucino que toda mi vida ha sido guiada por una idea fija: encontrar un lugar seguro de vivir para vivir, que con “seguridad” hoy lo sigo buscando sin encontrarlo ni enredarme en el supermercado espiritual. Me entretengo escribiendo y hago lo que puedo: escribir como quien canta mientras camina sonambúlico por un bosque oscuro; ¿me estará tocando la excentricidad narcisista? ¿Se estará abriendo paso la inopia existencial? ¿He sido tocado por la gracia ligera de vivir muriendo? Parece ser que siempre he estado unido por una especie de lasciva tanatoerótica. Por lo pronto me enfrento a la pregunta: ¿Quién soy? ¡Lo que decido ser! Y es esa voluntad de amor, paz y armonía que, como obra co-creativa terminará acabando con ese viejo cuerpo de creencias que llamamos viejo mundo; y es tan arraigado ese pensamiento mezquino que estamos acostumbrados a lidiar con todas las dificultades que se nos presentan, pero no estamos preparados para recibir los regalos de la vida. Debemos aceptar que cada ser humano es un banco de amor y que el amor es una divisa que nunca pierde valor en la bolsa de la vida y que la opinión que tenemos de los demás solo sirve para crear prejuicios; que lo que creemos que los demás piensan de nosotros no nos genera sino miedo, inseguridad y malentendidos y que lo que pensamos de nosotros mismos es lo que genera problemas. Entonces: ¿De dónde vengo? ¡De mí mismo!  ¿A dónde voy? ¡Al centro de mí mismo!... ¡Y resuelto el problema!

Tengo la perversa costumbre de falsear mis escrituras y magnificar mis minúsculas hazañas; es decir un farsante del yo que me habita en algún lugar de mi heteroidad… sí, soy un escritor ágrafo, habitado por algo que se emperra en llamarse yo y que se cuestiona con buena o mala intención sobre la existencia de ese yo en mí o en el otro y si de veras soy alguien que se suplanta y habla a través de otro…

Por fortuna las cosas buenas no le pertenecen a alguien sino a la humanidad; es decir, al lenguaje.


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