El nativo mestizo ancestral o el camino de corazón. Por: José Uriel Leal Zabala. (San Francisco-Cundinamarca).


En la búsqueda de sus raizales y sustentos desconocidos para erigirse en la concreción de la nueva cronotopía sur amerindia (no utopía, puesto que necesitamos un topos o lugar donde desarrollar esta propuesta y un tiempo histórico), el nativo mestizo es un ser convergente, heterotópico, capaz de resolver las contradicciones eurocéntricas y las que heredó de sus ancestrales; tendrá la capacidad de reconstruir totalidades en su mismidad.

Somos legítimos herederos de un fabuloso pasado Incaico, Azteca, Caribe, Pijao, Panche, Chibcha; muisca, amazónico lito lenguajero del sur colombiano, nasa y ese legado lo amalgamamos con los saberes occidentales para darle un nuevo sentido, un nuevo lenguaje que trascienda las visiones dualistas cartesianas y la ingenuidad ancestral.

El nativo mestizo es en esencia un “heterotópico”, pues viene surgiendo de la co existencia dolorosa de dos mundos, de la mezcla y contagio de una pléyade de doctrinas, tendencias filosóficas y estilos que se asimilan y a la vez se desnaturalizan al aplicarlas en nuestros territorios y culturas.

Como consecuencia de estas contradicciones, surge una crisis ontológica del ser nativo y a la vez mestizo. Este híbrido nativo mestizo provee antroposóficamente, la dinámica interna unificadora de las dos cibernéticas, la occidental y la natural, divorciadas durante siglos, y se constituye en el único mestizaje cultural creador de posibilidades tópicas realizables en la actualidad. Lo reconocen tanto los europeos, como los norteamericanos que ya no tienen salidas ni posibilidades creadoras de un nuevo tipo de ser humano, dado que agotaron sus posibilidades con el modernismo y sus variantes globalizantes aniquiladoras de la esperanza humana.

Esa capacidad co creadora y poder disoñante definirá un nuevo mundo, un microcosmo cultural, un novísimo tiempo espacio, un nuevo rumbo y un nuevo lenguaje para la convivencia de todos estos pueblos en ascenso, sin adulterar los procesos de individuación y camino hacia el interior del ser, condiciones básicas para la liberación colectiva y consecución de una auténtica común unidad e identidad psicoespiritual.

Esta aspiración universal es un compromiso ineludible con la historia y con la evolución y revolución del hombre, de nuestro hombre, milenariamente sojuzgado, espoliado y alienado en su integralidad mediante los procesos de aculturación, transculturación y neoculturación; este compromiso impone la renovación en todos los ámbitos del ser social y afecta profundamente y de manera radical el cuerpo de creencias o cultura que aún nos comanda consciente e inconscientemente.

Para tan colosal tarea de renovación total, nuestros pueblos re humanizados se constituyen en campos inéditos de investigación, en mágica presencia interactiva con la otredad, en un caudal de inagotables míticas, pues poseemos el connaturalmente mágico asombro de vivir poéticamente la vida cotidiana de manera azarosa y asumiendo el aquí y el ahora como posibilidad real de gozarnos este planeta con conciencia de que nuestra misión terrenal es ser felices y libres en medio de tanto misterio… el decir de nuestros raizales: “Vivir sabroso” es la nueva e insoslayable divisa tanto individual como colectiva…

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