¡Los puentes, todos los puentes! Por: César Augusto Ayala Diago. (Profesor titular-Universidad Nacional de Colombia).
Fotografía de César Augusto Ayala Diago.
Un puente, los
puentes; ¡qué agradable significante! Toda la vida me han gustado, tienen
extraña magia. Las tabaritas de antiguo son sugestivas, dicen en silencio
tantas cosas, evocan tanto, con indígenas pasándolas o vistas así de lejos en
las fotografías o dibujos que hay! Un puente real o en metáfora: pasar el
puente, hacer un puente, poner un puente, establecer puentes, etc., etc. Es el
símbolo más grande de la civilización pues conecta, une, relaciona. Los puentes
de ayer y los de hoy, nada me maravilla tanto!
Y sí, ayer fuimos
de puentes, a buscarlos y en ellos encontrar los años de 1910 y los de 1920 en
carreteras y caminos que fueron y que ya no son, pero que están con todo su
drama. Queríamos encontrarnos con uno colgante de 1916 cuya armadura alguien
trajo de Alemania para instalarlo sobre el Río Sumapaz para que las recuas de
mulas pudieran pasar de Pandi a Arbeláez. Tuvimos que pedirle a un motoquero
que por favor nos llevara hasta donde pudiera entrar y señalándonos con la mano
hacia donde ir nos prometió esperar. Bajamos como al infierno, pobres mulas, y
bajamos y bajamos y bajamos angustiados por el regreso que no sospeché
imposible. Ahí estaba, vestido todo de amarillo como una manta sobre el río. Lo
capturamos con nuestros ojos y nuestras imágenes fotográficas y tuvimos la
grata satisfacción de haber estado en donde hace años estuvo la década de
finales de 1910; evocamos al peludo de Don José Vicente Concha en cuyo honor
nombraron el puente, y cuando nos cansamos de acariciarlo emprendimos la subida
para constatar que ya no puedo con subidas ni con bajadas. Cuando bajo mis pies
tiemblan y cuando subo la respiración no aguanta. Hasta acostado me vi en un
momento que creía que no iba a poder más, pensé en lazos, en bomberos y añoré
las mulas que pasaron inmisericordes durante toda una vida por el puente. Pero
como Dios es tan grande logré coronar y recuperé fuerzas para visitar otro
puente de 1924 que está ahí todavía uniendo a Pandi con Icononzo y a Icononzo
con Pandi, más allacito o más acacito de un puente natural que todavía existe,
lleno de unas piedras que dicen que el Diablo las puso allí. Abajo el río, muy
abajo, casi llegando al infierno, justo a donde los godos echaban a los
liberales río abajo en tiempos de la violencia bipartidista. Que los puentes
dan para todo. ¿Saben de puentes? Dígame dónde y allá iré. ¿Qué fuera de los
suicidas sin puentes de donde tirarse?
Comentarios
Publicar un comentario