El Cañón del Gualivá y el Arrayán Bajo me han devastado… Por: José Uriel Leal Zabala. (San Francisco-Cundinamarca)

 


Estoy sentado y absorto, envuelto en el manto de mi dominante pasión mirando el espectacular paisaje del cañón del Gualivá y las ominosas y energéticas montañas del Arrayán Bajo del pueblo de San Francisco de Sales, que han logrado atrapar mis voluptuosas y descaradas nostalgias y mi vista se pierde en las lejanías de un pasado inmemorial; ¿será esta rara sensación un prototrauma de mis primeras experiencias desconsoladoras de mi soleada infancia?

Mirando retrospectivamente, o haciendo retromoción de mi inconveniente aparición sobre esta tierra, tengo la certeza de que soy un malogro heroico o, en su defecto, la expectativa inconsciente de un fracaso matrimonial que entraña el fatídico extravío de todo mi linaje extraditado del corazón tolimense. Eso suscita en mi unas ansias locas de libertad personal y existencial y unas imparables ganas de auto convocarme para auto perdonarme y atenuar ese ancestral pesimismo que alienta mi ancestral romanticismo como aplastante variable ontocósmica.

Ese eclipse total afectivo y ambiente social plúmbeo que embargaba mi llegada terrenal en la década del cincuenta y muerte erosionó mi alma y generó un horrendo y fatal endurecimiento dualista, superado solo al seguir “camino de corazón” en mi adultez; es decir, el despertar al poeta dormido que me habitaba creó otra historia de resiliencia, en una época de rápido decaimiento vital en que me hallaba. Me embargaba la angustia o, más exactamente, una atractiva disposición para sentir angustia existencial cubierta de una sombra melancólica y -para mí- que tenía un raigambre metafísico, pues no le temo a nada sino a la nada, a estar frente a la nada, cara a cara con el abismo, con ese abisal o vacío sin fin, sin fondo; y esa angustia pervive en mí, me fascina, me atrae, ejerce un poder irresistible que genera un vértigo de sentirme al borde de un precipicio…

¡preciso dar un paso al vacío! ...


Comentarios

Entradas más populares de este blog

El retorno de los ameritas. Por: Nicolás Castro. (Chía-Cundinamarca)

La muchacha. Por: Nicolás Castro. (Bogotá-Distrito capital)

Extraño. Por: Nicolás Castro. (Bogotá, Colombia)