Cundinamarca: tierra de ensueño. Las lagunas de Cundinamarca. Por: Julio César Guasca. (Suacha-Cundinamarca)

 


Son bastantes los mitos que giran en torno a las lagunas de nuestro departamento, todos vinculados a la cosmogonía Muisca para la que indudablemente el agua fue un elemento sagrado, por eso aquel pueblo ancestral consideraba a las lagunas y cascadas como templos naturales en donde reafirmaban su espiritualidad. Lagunas como las de Siecha en el páramo de Chingaza, la de Guatavita en la población que lleva su mismo nombre, cuya aldea Muisca al parecer estuvo especializada en el trabajo con el oro y en la que había un santuario natural en donde el cacique Muisca o el Guatavita, en medio de un complejo ritual, se sumergía en sus aguas para desprenderse de la capa de oro con la cual estaba embalsamado y así erigirse como el nuevo cacique, o la laguna de Ubaque sobre la cual también se teje una historia ligada al cacique Ubaque, cuyas aguas han tomado una pigmentación verdosa gracias a las algas y vegetación que hay en sus inmediaciones.

Un caso especial para mencionar es la laguna o, mejor, el lago de Fúquene, el cual está moribundo debido a la intervención antrópica determinada por la ganadería, el influjo de cultivos y el cambio climático que ha deteriorado en gran medida el ecosistema en el que se inserta el lago. Es lamentable dicha situación porque en otros tiempos este cuerpo de agua se extendía sobre una amplia superficie y de él se abastecían de agua muchas familias campesinas de la región. Por todo lo anterior, es válido decir que la riqueza hídrica de Cundinamarca no se compara con la de otros departamentos y más específicamente por la gran cantidad de lagunas, ríos y quebradas que posee. Sin embargo, así como el drama de Fúquene, casi todos estos cuerpos de agua están siendo amenazados por los efectos depredadores de las actividades económicas.

Cundinamarca posee una amplia red de lagunas, varias de ellas son el resultado de diversos procesos geológicos, son la huella de épocas muy remotas en las que montañas y crestas estaban congeladas en inmensos bloques de hielo y al descongelarse dejaron dichos cuerpos de agua, tales son los casos de Guatavita, Siecha o Ubaque. Algunas otras son alimentadas por cursos de agua que desembocan en sus lechos. No obstante, muchas de ellas no son lo suficientemente valoradas por los habitantes de este departamento, de ahí que se presente un constante deterioro por la falta de conocimiento de la función, el origen y la historia que estos cuerpos de agua han desempeñado en la cultura local de nuestros pueblos y del departamento en su conjunto.

Desde una óptica personal, considero que las lagunas son verdaderamente sitios de conexión con la naturaleza. El sólo hecho de contemplarlas permite que el corazón y la mente entren en un profundo regocijo, más aún cuando están rodeadas de los escarpados cerros que parecieran ser sus custodios. Cundinamarca ofrece un amplio número de lugares para visitar, pero sin duda alguna las lagunas se llevan un total protagonismo.

Finalmente, valga aclarar que el presente escrito se queda muy corto para dar una detallada descripción de las lagunas y, más aún, de la multiplicidad de historias que se relacionan con ellas, por eso queda la invitación abierta a reconocerlas, explorarlas e intentar comprender ese rico pasado de Cundinamarca que también tiene sus génesis en el agua, en las lagunas y en los lagos.

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