Candidatos y campañas. Por: Álvaro Enciso Prieto. (Nocaima-Cundinamarca)
Están por llegar esos
días de aburridoras y bulliciosas manifestaciones de proselitismo político, en
las que habrá de todo, desde el tradicional oportunismo, hasta la trampa, la
vulgaridad y el engaño.
Algunas de las
estrategias de campaña electoral contienen muy comunes expresiones que lindan
con lo cómico y hasta en lo ridículo.
En las campañas
provinciales, en particular las de comicios municipales, los candidatos en las
fotografías para los carteles publicitarios pasan apuros con sus manos y en el
afán por mostrarse activos, triunfantes y hasta eufóricos, no saben qué hacer
con ellas.
Algunos posan con la “V”
de la victoria, pero con cara de derrotados; otros levantan sus manos con los
dedos índices hacia arriba como dirigiendo una orquesta, queriendo decir: “que
inteligente soy”; algunos más saludan con una mano a la altura de la cabeza,
casi con estilo militar, o param…, mejor ni pensarlo.
Pero no solo son
“posudas” las fotografías; qué decir de los lemas y frases de batalla, que son
una sarta de lugares comunes y mentiras, pero todas con el denominador común de
la promesa falaz de un cambio; otros, los que buscan repetir, dicen entre
dientes, pero sin rubor, algo así como, “de nuevo para seguir robando”.
Cada vez más se ven
caritas y carotas, algunas descaradas y otras malencaradas, fachadas de un
precario cerebro, por el que, si acaso se han procesado un par de libros en su
vida, uno de ellos a lo sumo una versión resumida del Quijote.
¡Qué pretenciosos,
atorrantes, desfachatados! ¿Cuántos de esos cretinos habrá siquiera hojeado Los
Elegidos, o El Príncipe, o algo de historia política colombiana?
¡Oh, cuán peligrosos para
el bien público, los ignorantes con poder!
Igual de peligrosos, los
peleles politiqueros, sin carácter, sin don de autoridad, hábiles solamente
para satisfacer los apetitos burocráticos de sus titiriteros y para calcular
los porcentajes de las comisiones por contratos.
Y luego, cuando queden
elegidos y la autoridad falte, la ignorancia reinará y el vicio se convertirá
en virtud.
De esto tendremos todavía
mucho en las próximas campañas.
Que el Dios de la
democracia verdadera nos ampare.
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