¡El alcalde soy yo, agradezcan! Por: Eric Barbosa. (La Vega-Cundinamarca)
En el presente artículo no pretendo plantear una reflexión sofisticada sobre política local. Creo que esto es así porque, en la actualidad, no me parece que dicha política sea demasiado sofisticada. Más bien, mi propósito aquí es manifestar una sensación; una sensación de incomodidad, por cierto. Esa es la ventaja de que existan medios de expresión como Hilos de Fique, en los que los cundinamarquese podemos decir cositas. En todo caso, me voy a referir a las estrategias de propaganda que usan las administraciones municipales para promocionar sus acciones.
Hoy por hoy, los mandatarios locales designan
funcionarios para que escriban, por medio de las redes sociales, sobre las labores
que se ejecutan en los territorios. Labores que, la mayoría de las veces, son
parte integral de las funciones de un alcalde o alcaldesa y para las cuales fueron
elegidos. Así, por ejemplo, medio tapan un hueco, en las redes sociales salen
diciendo que gracias a las enormes gestiones del alcalde Fulano de tal por
semejante logro. Arreglan un tubo roto, y que todo el agradecimiento al magnífico
trabajo de la alcaldesa Sutanita. Invitan a un cantante medio reconocido, y que,
tremendo, gracias a la gran obra del alcalde Perenseo eso fue posible. Es como
si hubiera una necesidad de andar remarcando su nombre y recordarle a todo el
mundo quién es el alcalde y a quién se le debe agradecer por tan
extraordinarias funciones.
Pero no nos digamos mentiras, -y en esto voy a
parafrasear a un Lannister de Juego de Tronos-, un alcalde de verdad no
necesita andar recordándole a todo el mundo cuál es su cargo. Las personas reconocen
los liderazgos genuinos sin la necesidad de poner a un funcionario a escribir “agradezcan
al alcalde tal”, la “administración del alcalde tal”. Las expresiones de
agradecimiento surgen de las personas cuando en verdad las siente, lo demás es
impostado.
A mi juicio, esas necesidades de resaltar la figura propia, de remarcar la posición de poder y de andar poniendo su nombre en
cuanta publicación exista, solo manifiestan mediocridad, sentido de
inferioridad y, ¿por qué no decirlo?, cierta tendencia a la corrupción. Y es
que es evidente la propensión de maximizar los pequeños logros y de centrar los
reflectores en nimiedades para ocultar que no pudieron afrontar los problemas
estructurales. Yo me imagino a muchos administradores locales diciendo “mírenme,
aquí estoy, resáltenme”, mientras todos vemos cómo sus sillas de despacho les
quedan grandes y ni siquiera sus pies alcanzan a tocar el piso. Es como si
hubiera la intención de mostrar que los recursos sí se están ejecutando,
mientras los grandes fajos de billetes van quedando en su bolsillo. O es como si en el
fondo supieran que llegaron a la Alcaldía mediante acciones fraudulentas y se
saben incompetentes para el cargo, por eso les toca destacarse a sí mismos con
la esperanza de que los demás no se den cuenta.
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