Colombia, potencia mundial de la vida. Por: Eric Barbosa. (La Vega-Cundinamarca)

 


Me gustó todo lo que ocurrió en las celebraciones del 20 de julio pasado. En ese momento estaba en caliente la cuestión de San Andrés y muchos registraron el enorme significado inserto en que, un presidente proveniente de la izquierda y de un proceso de paz, instalara el Congreso de la República. Entre las cosas que más me llamaron la atención estuvieron los discursos del presidente Petro. Habló, explicó y aprovechó las efemérides de la Independencia para exponer de manera larga y tendida eso que él mismo ha llamado Colombia, potencia mundial de la vida. En esta columna intentaré presentar, de la manera más clara posible, de qué trata ese proyecto y por qué no es sólo un eslogan político, como lo han intentado presentar los sectores más recalcitrantes de la derecha nacional.

A mi juicio, Colombia, potencia mundial de la vida es un proyecto de desarrollo económico con el objetivo de producir una específica industria nacional. En ultimas, la propuesta del Gobierno es transformar a Colombia en una potencia al mismo nivel de las ya existentes. Sin embargo, para lograrlo, resulta obvio que no podemos hacer lo mismo que los otros países ya hacen mejor y con más ventaja. Por eso, la idea de Petro es encontrar los espacios vacíos en el mercado, -es decir, producir lo que nadie más produce-, pero que tiene gran proyección para el futuro. La invitación es adelantarnos para desarrollar lo que el propio sistema insinúa como necesidad, pero que, hasta ahora, nadie más se ha atrevido a asumir.

Gracias a distintos reportes científicos sabemos que hay crisis ambiental y climática, de hecho, ya las estamos experimentamos cada día. También sabemos que, si la humanidad desea seguir existiendo, debe cambiar su forma de producir energía, especialmente cuando su énfasis para la producción industrial se basa en los combustibles fósiles. Con esta información, el Gobierno colombiano nos invoca para asumir el reto y que nos adelantemos en crear energías limpias y otras tecnologías basadas en, precisamente, la vida, la naturaleza, y no en la muerte, lo fósil; tenemos demasiados recursos naturales para pensar en esa opción como algo real. De allí que se mencione lo de potencia mundial de la vida.

Pero ¿cómo lograr ese objetivo? La respuesta es la misma para casi todos los problemas sociales: la educación. Colombia necesita invertir en la formación de científicos y científicas capaces de producir nuevos conocimientos y nuevas tecnologías sobre el ambiente, pues esa será la base para el desarrollo empresarial y de la industria nacional con capacidad de exportación.  Por ello aumentó el presupuesto en la educación. Pero no solo eso, se necesita investigación de campo, reconocer nuestros recursos y encontrar la manera de generar una producción basada en la vida. Y adivinen qué, para que los científicos salgan a los territorios se necesita que estos estén pacificados. No creo que se pueda descubrir mucho en medio de una balacera. Así, para fomentar una economía basada en la vida se requiere salir de la guerra, se necesita de una paz total, y ese ha sido uno de los mayores esfuerzos del gobierno actual.   

A la final, algo parecido fue lo que hizo el Japón. Si se recuerda, hace varias décadas era un país bien jodido -hasta le reventaron dos bombas atómicas-, pero se propusieron a desarrollar la robótica, los microchips y todas esas vainas cuando nadie más lo hacía. Hoy por hoy los japoneses tienen una de las mejores economías del mundo. ¿Será que los colombianos no somos capaces?, ¿será que los japoneses son un tipo de seres humanos más avanzados y nosotros una especie atrasada? No lo creo, en nuestro país también tenemos gente muy pila y todo lo podemos hacer si le ponemos voluntad. A veces creo que la cosa está en que debemos aprender a pensar en grande, sin miedo y reconociendo nuestro valor. Es tiempo de dejar de creernos chiquiticos. Yo sí creo que podemos ser una potencia mundial de la vida.

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