Millonarios antes de los 40 años. (De los Nule a los Petro, pasando por los Uribe). Por: Álvaro Enciso Prieto. (Nocaima-Cundinamarca)
Los Nule
Recién estalla el escándalo del carrusel de la contratación en Bogotá, con
los primos Nule, entre otros, como principales implicados, se decía que en sus
familias se alentaba, como una especie de proyecto de vida, que sus vástagos
fueran millonarios antes de los 40 años.
Lo que la historia pudo demostrar, es que no les dijeron el cómo, quizás
porque en su casta nunca importaron los medios, si no el qué; además no
nacieron en un pajar, y desde temprano supieron aprovechar el entorno económico
y político familiar para pelechar en los negocios, “Bisnesss”, dirían en buen
colombiano.
Cuentan las narraciones que estos ingenieros civiles, en un principio eran
trabajadores, y ya recién graduados andaban con buena platica; quizás con un
poco de envidia y mucho de verdad, sus competidores en las licitaciones ya
hablaban de que les gustaba tomar atajos.
En una línea de tiempo entre los años 2000 al 2010, se concentran los
sucesos más relevantes, como muestra perniciosa de lo que la ambición de poder,
la afición al dinero y su logro por los medios que sean, dando a conocer a la
opinión pública, y de la peor manera posible, a esa familia sucreña.
Se recuerda que, Miguel Nule Amín, exgobernador de Sucre y padre de Manuel
y Miguel, en el año 2016 fue condenado a 28 años de prisión por la masacre de
12 campesinos en Macayepo, Bolívar.
Por su parte los primos Nule fueron condenado por cinco delitos con pena de
prisión de 19 años, pero hoy gozan de detención domiciliaria. Mejor de dicho,
de tales padres…
Los Uribe
Ante artículos de diferentes medios periodísticos nacionales y extranjeros,
sobre las actividades económicas de sus hijos, el expresidente Uribe en varias
oportunidades ha salido a defenderlos; pero la verdad, sus argumentos dejan en
el aire una sensación de explotación, de infelicidad, de negación del derecho a
una infancia sin los afanes de lucro y éxito económico, muy al estilo del lado
utilitarista de la cultura paisa.
El periódico británico The Guardián publicó en el año 2013 un artículo en
el que se afirmaba que los dos hijos de Álvaro Uribe abrieron una cuenta en un
paraíso fiscal; por supuesto el carácter falsamente diplomático, pero
genuinamente pendenciero del expresidente, expresa que sus hijos “no son
testaferros de nadie”.
Le verdad sea dicha, estos pichones de millonarios, nacieron en cuna de
oro; por el lado de su madre vienen de una familia industrial antioqueña, muy
rica; y de parte de su padre…
Eso de que “desde niñitos han sido emprendedores”, y de que le hizo comer
sus propios vómitos a uno de ellos, no es más que la expresión de otra
desafortunada manera de criar hijos para los negocios, para que sean
millonarios antes de los cuarenta, no importando cómo.
El Petro
Dijo el presidente Petro en una entrevista cuando le preguntaron sobre el
caso que lo tiene en vilo a él, a su gobierno y a su familia: “…no lo crie”.
No es para exculparlo de su responsabilidad, pero en un entorno familiar
con un padre insurgente en la clandestinidad, el ambiente para la crianza de
los hijos no es el mejor.
La extracción socioeconómica también es muy diferente en este caso. Nicolás
Petro no nació en cuna de oro, a pesar de que su madre pertenece a una
tradicional y adinerada familia de Ciénaga de Oro, que no vio con buenos ojos
su relación con un “guerrillero”; y tampoco tuvo la influencia paterna para que
fuera un emprendedor desde “niñito”.
Entonces, preguntarán algunos acuciosos, ¿de quién es la culpa?
Sería muy fácil salir diciendo: pues de la sociedad.
Pues sí, es de la sociedad en todos los casos anteriores; pero esa sociedad
está conformada por gente de carne y hueso, que se relaciona en una maraña de
circunstancias sociales, económicas, psicológicas, en las que algunas personas
y conglomerados humanos son motivadas por diferentes imaginarios, ambiciones y
causas.
Unas son indiferentes ante lo que no sea su entorno íntimo y el día a día;
otras con intereses un poco más amplios, pero motivados por el dinero y el
éxito material; otras, desafortunadamente no muchas, buscan un mundo mejor, con
justicia e igualdad, llegando a descuidar incluso sus responsabilidades
familiares.
La frase “tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro”, como máxima
expresión de humanismo al servicio de la sociedad y de la naturaleza, sigue
siendo apenas un olvidado recurso retórico de algún viejito que quiere decir
algo trascendente en una reunión familiar, en la que los “niñitos”,
contaminados ya de las ansias materiales, incentivadas por los medios
tecnológicos, quizás prefieren jugar a ganar plata.
Sin pretender justificar el accionar del vástago calavera del presidente, que
también quiso ser millonario antes de los cuarenta, mucho va de los Nule y los
Uribe a los Petro.
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