Municipios inviables. Por: Álvaro Enciso Prieto. (Nocaima-Cundinamarca)

 


El concepto de inviabilidad de los municipios de sexta categoría comenzó a ser visible hace unos 15 años, cuando el ministerio de hacienda anunció que más de 200 de ellos en el país “estaban a punto de desaparecer” dado su deficiente desempeño administrativo y financiero. Incluso, se alcanzó a plantear la fusión como una medida para fortalecer la capacidad institucional, disminuyendo la burocracia, lo que generó que muchos políticos y tecnócratas pusieran el grito en el cielo, con el argumento del sacrificio de la autonomía administrativa y pérdida de la identidad local.

Dichos argumentos son la cortina de humo que busca ignorar la irregularidad de la función pública y administrativa municipal, que ha degenerado en el aumento de nóminas paralelas, con contratistas que son impuestos por los políticos financiadores de las campañas, en un modelo clientelista pernicioso, generador de empleo local de baja calidad.

Que un alto porcentaje de las actividades comerciales formales e informales en los municipios de categoría sexta, que son casi el 90% en el país, se relacione con expendios de bebidas alcohólicas, es una muestra de su inviabilidad social y cultural, de la que son responsables en gran medida los mandatarios locales y la clase política que los apalanca.

No es un tema moral, y menos se pretende estigmatizar a ciudadanos, muchas veces jóvenes que no tienen otra alternativa que “emprender” un negocio que se monta con poca inversión, que requiere infraestructura y equipos de bajo costo, pero que garantiza rápido retorno, y una rentabilidad racional, dado el comportamiento de una demanda que no baja, por el contrario, estadísticas autorizadas encuentran que el consumo de bebidas alcohólicas como la cerveza, viene en aumento después de la pandemia.

Cuando hablamos de inviabilidad social y cultural, nos referimos al dudoso aporte que al desarrollo humano, medido en indicadores de bienestar, puede tener una economía local cuyos principales “emprendimientos” se basan en el consumo del alcohol.

Por si fuera poco, uno de las tareas estratégicas de la gestión administrativa de estos entes locales, la mejora del deficiente recaudo tributario, está embolatado, toda vez que se quiere remediar en gran parte con el instrumento de actualización catastral multipropósito, pretendiendo imponerlo a las patadas.

No puede ser mejor el panorama de precariedad en la administración municipal de nuestros “queridos pueblitos”, cuando la mayoría de los recursos de transferencias para obras públicas llegan “libretiados” y “amarrados” por la práctica de contratación pública amañada, ineficiente y corrompida que genera obras de mala calidad, elefantes blancos y mucha frustración social.

Para rematar el escenario de inviabilidad integral, en provincias como la nuestra, de un tiempo acá, la planeación del desarrollo municipal no ha girado en torno a la sostenibilidad ambiental, social y económica, sino a los mandatos de un mercado inmobiliario y de la construcción que, con el poder de capitales de dudosa procedencia, pero con el embeleco del desarrollo económico y la generación de empleo, arrasa con los recursos naturales, pasando por encima del bienestar de las comunidades, dejando llenos los bolsillos de no pocos mandatarios y funcionarios locales.

Menuda tarea tiene los próximos alcaldes que quieran sacudirse de esas pesadas cargas que agobian a los “ricos pobres” municipios de categoría sexta, planeando con independencia el desarrollo alrededor del agua, con transparencia, eficiencia y equidad. Amanecerá y veremos.

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