Ya los boletearon, ¿y ahora qué? Por: Eric Barbosa. (La Vega-Cundinamarca)

 


En los últimos días las redes sociales de La Vega-Cundinamarca estallaron. Una fuente anónima publicó fotos de muchachos acusándolos de ser marihuaneros, periqueros o cacorros. En algunos casos, las acusaciones fueron más graves: asesinos y expendedores de drogas. Pero cuál fue el significado de eso, ¿era escarnio público? -escrache, como se le llama ahora-, ¿era una estigmatización? ¿se trataba de decir que ellos eran la fuente de todos los problemas sociales de La Vega? O ¿Qué? ¿Cuál era el mensaje de eso? Que alguien me explique, por favor.

No pretendo justificar a ningún asesino o expendedor de drogas, si cometieron algún delito, nada los excusa y deben pagar con todo el peso de la ley. Definitivamente es imperdonable quitarle la vida a alguien o inducir a los menores de edad a las drogas, como usualmente hacen los expendedores. Pero una cosa es eso y otra es criminalizar a la gente de una manera tan mendaz y cobarde por su consumo de drogas. La verdad, conozco a muchos de los que salieron en las fotos, unos me parecen muy buena gente y otros me parecen atarbanes y alzados. Así mismo, en otros espacios he conocido historiadores, literatos, médicos, agrónomos, ingenieros y gentes importantes que de vez en cuando se pegan su porrito y siguen haciendo muy buenas contribuciones con su trabajo. Sorpresa, La Vega, las drogas existen y están más cerca de lo que imaginan.

Lo que quiero decir con todo esto es que el consumo por sí mismo no es el problema. El problema es cuando esto se combina con falta de oportunidades, desesperanza y una cultura traqueta que todo lo abarca. A la final, los muchachos de las fotos son solo el síntoma de problemas más graves. Las faltas de oportunidades y el aumento del consumo de las drogas en la juventud están ligadas a que ahora los pueblos están dominados por narcos. Hay traquetos financiando campañas, poniendo alcaldes, volteando tierras, robándose la plata y la gente sigue tratándolos de patrones.

Son estos patroncitos quienes han infundido la corrupción pública y no han dejado construir oportunidades culturales ni de empleo para los muchachos. Son estos patroncitos los que le ponen la plata a prestamistas gota a gota y microtraficantes para que la laven. Son estos manes quienes le entregan armas a los pelados y los inducen a las adicciones. Son estos los que se creen intocables y deslumbran a los jóvenes con sus lujos y patanería, tanto que los menores terminan copiando sus mañas. Y, repito, las gentes los sigue tratando de patrones. Se les olvidó a quienes publicaron las fotos de los jóvenes que hay expendedores de drogas a mayor escala y que tienen gran influencia en las instituciones públicas. A ellos no los mostraron.        

En esas condiciones, ¿qué esperaban? Podrán sacar del pueblo a todos los viciosos que se les ocurra, pero siempre aparecerán más y más si no se solucionan los problemas de fondo. Siempre habrá más si hay quienes les den las armas, drogas y les haga creer que ese modo de vida está bien.

Entonces, frente al escrache de los muchachos, queda la pregunta: ya los boletearon, ¿y ahora qué?

Si queremos salvar a generaciones enteras de vegunos de las drogas y la falta de oportunidades, pues empecemos a votar por candidatos que no estén financiados por el narcotráfico. Es lo mínimo. Dejemos de apoyar proyectos políticos tradicionales, que en Colombia han significado la inmersión de los narcodineros y la narcocultura en las instituciones públicas. Lo público es lo que le pertenece a la juventud. De lo contrario, si seguimos votando por los mismos, dejemos de ser tan hipócritas y aguantémonos que nuestros hijos, hermanos y nietos se pierdan en la violencia y la drogadicción, pues esa es la sociedad que construimos con nuestro derechismo e ignorancia.

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