Las cagadas mexicanas. Por: Eric Barbosa. (La Vega-Cundinamarca)
Desde hace unos tres meses estoy viviendo en México. A
pesar de ser un tiempo relativamente breve, ya siento un gran aprecio por este
país. Su diversidad, su historia y su calidez me han conquistado. Sin embargo,
hoy no pienso hablar sobre eso. No me voy a referir a sus culturas humanas ni a
su riqueza culinaria, aunque bien quisiera dedicar, alguna vez, un espacio para
escribir sobre lo rico que son los chilaquiles, los sopes, las enchiladas, las
flautas, los tamales huastecos y otras tantas delicias. En esta ocasión, mi
enfoque se dirige hacia algo poco mencionado, pero sumamente notable y cómodo
de hacer en México: los efectos, los resultados finales de dichos manjares; las
cagadas, las cagadas mexicanas.
Pido disculpas por la naturaleza escatológica de este
tema, pero entre tanta cosa llamativa que tiene México, me ha sorprendido
observar que, si voy al baño de un bar, hay un mexicano cagando; que si voy al
baño de la universidad, hay un mexicano cagando; que si voy al baño de un
restaurante, hay un mexicano cagando; y si voy a los sanitarios de una terminal
de buses, hay muchos mexicanos cagando. Tal vez se preguntarán: “¿y esto qué
pedo” -como dirían aquí-, pero al darme cuenta de que los baños públicos se
utilizan para cagar, caí en cuenta de que en Colombia no sabemos de eso. Para
mí era imposible pensar que la gente podía hacer del cuerpo en una discoteca o
en la universidad. Eso solo sucede en casos muy extremos, pues, por lo general,
los sanitarios de los lugares públicos colombianos -cuando los hay- permanecen
muy sucios. Muy pocos son los intrépidos que se atreverían a sentarse en sitios
tan mal utilizados y prefieren esperarse hasta la casa; lo que puede resultar
perjudicial.
Aquí en México es diferente. Por lo general, los baños
permanecen impecables y se pueden destinar para todo lo que originalmente
fueron diseñados. No sé por qué esto es así, quizá sea porque aquí todo el
mundo sabe que la comida puede llegar a ser pesada, o simplemente hay mayor
consciencia de lo público y se sabe que todos tenemos derecho a cagar
dignamente (lo que debería ser reconocido como uno de los Derechos Humanos). En
todo caso, sea como sea y por la razón que sea, me parece un buen síntoma de
cultura y de civismo que en una sociedad se pueda cagar cuando haya la
necesidad.
En Colombia todavía no hemos llegado a ese nivel. ¡Ay
de ti si te da por hacer del dos en pleno el centro de Bogotá! No
vas a encontrar donde hacer, y si encuentras, lo más probable es que no vaya a
estar en las mejores condiciones. Me parece que, entre tantas cosas que se
pueden aprender de México, una de ellas es a cagar con tranquilidad y cuando se
necesite.
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