El impuesto saludable y el fariseismo de Fenalco. Por: Álvaro Enciso. (Nocaima-Cundinamarca)
El pasado 01 de noviembre comenzó a regir en el país el llamado impuesto
saludable, o como se dice coloquialmente, impuesto a la “comida chatarra”, que
no son más que los tributos establecidos por la reforma tributaria del 2022
aplicados a un grupo de alimentos y bebidas ultra procesados, que contengan
exceso de azúcar, grasas y sodio.
Para las bebidas azucaradas, el impuesto se aplicará de acuerdo con los
contenidos de azúcar en gaseosas y carbonatadas, a base de malta, tipo té y
café, refrescos, zumos y néctares de frutas, energizantes, aguas saborizadas y
mezclas en polvo, aplicando la tarifa en pesos por cada cien milímetros de
bebida y en función del contenido de azúcar en gramos de las bebidas
No se incluyen alimentos embutidos y derivados de carne, como las
salchichas, la mortadela, el salchichón, las butifarras. Tampoco se contemplan
el arequipe, las obleas, el bocadillo, las pastas secas de harina, el pan, los
vinagres, las hortalizas conservadas, ni alimentos que se compongan
naturalmente de leche.
De hecho, la medida sólo contempla 21 de los 443 artículos que componen la
canasta básica del índice de precios al consumidor (IPC), que emplea el DANE
entre otras cosas para medir la inflación, y se aplicará de manera gradual
empezando con un 10% para el 2023, 15% en el 2024 y 20% en el año 2025.
Este impuesto busca reducir el consumo de esos alimentos para mejorar la
salud pública y se aplica en 21 de los 35 estados miembros de la Organización
Panamericana de la Salud. En Colombia es el producto de la lucha de la sociedad
civil a través de organizaciones como la Red Papaz, el colectivo de abogados y
abogadas José Alvear Restrepo (CAJAR), con campañas como la denominada Dulce
Veneno, que lograron entre otras cosas la aprobación del etiquetado frontal que
advierte sobre los contenidos en exceso de azúcares, sodio y grasas en dichos
alimentos.
Mientras que expertos internacionales en salud pública reconocen el logro
de nuestro país al implementar una medida ambiciosa en la América Latina, que
busca contribuir a la disminución de los costos de atención médica relacionados
con enfermedades crónicas (que anualmente suma más de 13 billones pesos)
alentando al consumo de alimentos saludables y nutritivos, el presidente de la
Federación Nacional de Comerciantes Jaime Alberto Cabal, “ve con mucha
preocupación que las tiendas de barrio se vean afectadas por la subida de precios
de decenas de productos”
De cuando acá, un representante de la flor y nata de la política y la
tecnocracia de derecha se preocupa por el bienestar y el progreso de doña
Lucila o Don Ramón, los tenderos de cualquier barrio de nuestro país.
Fariseísmo puro.
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