La politización del deporte. Por: Diego Enriquez Betancourt. (Bogotá-Distrito capital)


La fiebre deportiva paraliza cada vez más a millones de simpatizantes en cada rincón del planeta. La pasión por el deporte marca la diferencia, aliviándonos del estrés cotidiano con la dopamina que envuelve al hincha enamorado de su club. Este aficionado, fiel a su dogma futbolero, no abandona su devoción, gane o pierda su equipo, manteniendo siempre una vena eufórica ya sea desde pantallas gigantes o desde los estadios.

El deporte ha calado hondo en la sociedad, tanto que los gobernantes lo promueven como un entretenimiento que desvía la atención de asuntos sociales importantes. El famoso "pan y circo" se convierte en una herramienta para mantener al pueblo distraído, algo que resulta conveniente para algunos políticos. Muchos atletas de trayectoria destacada han sentido la discriminación simplemente por pensar de manera diferente, y el hecho de que algunos comités olímpicos les prohíban competir por razones políticas deja en evidencia la doble moral de estos organizadores.

Con la inauguración de los Juegos Olímpicos "París 2024" a la vuelta de la esquina, surge la controversia sobre la exclusión de Rusia y Bielorrusia de este evento mundial. El deporte no debería ser un instrumento de politización; la ausencia de estos competidores, algunos de los cuales eran fuertes candidatos para ganar medallas, restará emoción a las competiciones en París. Además, la falta de apoyo y patrocinio para muchos atletas que desean participar en las eliminatorias olímpicas es desalentadora y deja a estos deportistas en una situación precaria.

Recientemente, en la Copa América celebrada en Estados Unidos, un grupo de hinchas colombianos protagonizó incidentes vandálicos, destruyendo escaleras eléctricas y colándose sin pagar entradas. Estos actos fueron transmitidos en vivo, dejando una imagen negativa frente a los televidentes que apoyaban a su selección. El entrenador de Uruguay, Marcelo Bielsa, criticó abiertamente a la Conmebol, sugiriendo que su enfoque estaba más en la recaudación que en mantener el orden durante el evento. Personalmente, me alegré de que la selección colombiana no ganara el trofeo, ya que no estábamos preparados para celebrar en paz y respetar el esfuerzo de quienes trabajan para ofrecer una experiencia adecuada en los estadios.

Estos comportamientos, lamentablemente, contribuyen a una percepción negativa de los colombianos en el extranjero. Aunque no todos los colombianos son responsables de estos actos, la mala conducta de algunos afecta la imagen de todos. Es desalentador ver cómo se aplauden estas acciones mientras no mostramos el mismo apoyo a los deportistas excluidos de eventos importantes como los Juegos Olímpicos de París 2024.

El deporte y la política no deberían mezclarse en favor de intereses políticos. Desde mi perspectiva, solía ser un apasionado del fútbol, el baloncesto y el tenis. Sin embargo, me he alejado de estos deportes no por los deportistas ni entrenadores, sino por la gestión de entidades como la FIFA y el COI. A pesar de esto, el deporte sigue apasionándome, aunque de una manera más moderada. Planeo disfrutar de los encuentros de voleibol y tiro con arco en los próximos Juegos Olímpicos. El verdadero cambio está en nosotros, no en un presidente o político. Trabajamos, caemos, resistimos, lloramos y triunfamos.

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